Archivo del 21 de Mayo de 2010

Sobre el amor por la lectura y palabras esquivas, 2

Viernes, 21 de Mayo de 2010
Imagen tomada de Wikipedia

Palabras como la sal. Imagen tomada de Wikipedia

Muchas y muy buenas palabras vamos recuperando:

alcándara, aljama, almagre, anatemizado, azogue, beatífica, converso, delaciones, estantigua, estulto, endriago, fámulo, gaveta, herético, hipógrifo, lebrel, marasmo, preeminencia, prurito, oropimente, rejalgar, romadizo, tósigo

¿Qué sería de nosotros sin la palabra? La palabra escrita, la palabra dicha, la palabra que endulza, sazona, aliña.

En uno de los comentarios al anterior post, Jesús nos dice que no sabe si se acostumbrará a que los libros no huelan… y se nos vienen al corazón estas palabras de Alberto Manguel: “El amor por la lectura es algo que se aprende pero no se enseña. De la misma forma que nadie puede obligarnos a enamorarnos, nadie puede obligarnos a amar un libro. Son cosas que ocurren por razones misteriosas pero de lo que sí estoy convencido es que a cada uno de nosotros hay un libro que nos espera. En algún lugar de la biblioteca hay una página que ha sido escrita para nosotros”. Y aún diríamos más. Las historias tienen aromas, sabores, colores, texturas. Después, las enfundamos en papel o en tinta electrónica; ese será su traje. Cuanto más atractivo sea, mejor; cuanto más práctico, cómodo, liviano,  y saludable para nuestros ojos. Así que, hay que probar el nuevo traje, las nuevas formas de presentar una historia.

Y después, decir como Lope:  “Esto es amor, quien lo probó, lo sabe”.

Aguardamos vuestras palabras esquivas, esas que habéis encontrado entre las páginas electrónicas y entre las páginas de papel, de El manuscrito. ¿A qué saben? ¿A sal?