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¿Quién teme a la web feroz? 3 y final. Luis García Jambrina

Centro de Desarrollo Sociocultural abril - 19 - 2011 Comentarios desactivados

Texto completo: ¿Quién teme a la web feroz?, 1 ¿Quién teme a la web feroz?, 2

A veces, los árboles no te dejan ver el bosque...

La verdad es que yo hasta entonces le había estado ocultando lo que me pasaba, pues no quería preocuparla. Pero las cosas habían llegado a tal extremo que no me quedó más remedio que contárselo.

–Mira que te lo dije –me comentó ella, como cabía esperar.

–Pero si fuiste tú la que…

–¡¿Yo?!

Y, claro está, discutimos y, a los pocos días, acabamos divorciándonos. Así que yo me quedé sólo y abandonado y sin saber muy bien qué hacer con mi vida o con mi carrera. “Peor no podría estar”, me dije yo. Pero me equivoqué. Por muy mal que estén las cosas, nunca digas que estas no podrían empeorar, porque entonces la realidad se empeñará en demostrarte lo muy equivocado que estabas.

El caso es que, hace unos días, para terminar de rematar la situación, recibí la llamada de un desconocido:

–Escúcheme con atención –me exigió–. Soy un fan de sus novelas y, desde luego, un seguidor de su blog. Por él he sabido, precisamente, de su voluntad de suicidarse. Pero, como veo que no acaba de decidirse, le llamo para comunicarle que, si usted no lo hace, lo haré yo por usted.

–¿Quiere usted decir que se suicidará por mí? –le pregunté yo.

–No sea usted estúpido. Lo que he querido decir es que yo acabaré con usted.

–¡¿Que usted hará qué?! –exclamé yo, estupefacto.

–Escúcheme bien  –prosiguió él–. Le doy cinco días de plazo para suicidarse, como prometió. Si no lo hace, yo mismo me encargaré de matarlo y de hacer que parezca un suicidio. ¿Me ha entendido?

–Es usted muy amable –repuse yo–, pero su solución me resulta un poco precipitada…

–No se lo voy a repetir –me interrumpió él–. El sábado 19 de marzo, a las 14 horas, se cumplirá el plazo. De modo que si usted no lo hace antes de ese momento, ya sabe a lo que se arriesga.

–¿Y no podría llegar a un arreglo con usted? ¿No podría matarme usted a plazos, como si se tratara de una especie de hipoteca? –le pregunté.

Pero, para entonces, el hombre ya había colgado.

Ahora son las 11,30; me quedan, por tanto, apenas dos horas y media. Me imagino que mi futuro asesino estará sentado ahí, entre ustedes, dispuesto a echarse sobre mí en cuanto acabe el plazo. En tal caso, quiero que sepan que, en mi habitación del hotel, he dejado una carta para mi familia y otra para el juez de guardia. En la primera, hago testamento y dispongo que me incineren y arrojen mis cenizas al río Saona. En la segunda, declaro que la culpa de todo esto la tienen, aparte de mi asesino, los visitantes de mi blog, los que me siguen en facebook y twitter y, sobre todo, ese cabrón de Fernando Marías y su novia o su agente o lo que coños sea.

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