Ebookeando en la nieve

Territorio Ebook

Tras los pasos del libro (Burgos), 4 de junio de 2011

Centro de Desarrollo Sociocultural junio - 6 - 2011 2 Comentarios

Reponiendo fuerzas

Eran las 7 h y, en la ciudad perezosa de cielo violeta, cuarenta viajeros avezados en esto del leer pusimos rumbo a Burgos. El viaje nos aguardaba, pleno de conversación y sonrisas. Cuando aún queda una hora para llegar, nos detenemos unos minutos para tomar fuerzas: yo quiero café, yo un pastel, yo me he traído un bocata. Ya restablecidos, retomamos el camino.

A la entrada de la ciudad

Laura y Belén nos guiaron como un buen libro

Tendida junto al Arlanzón, hermosa y resplandeciente, nos recibió la capital burgalesa y nos aprestamos a acudir al Museo del Libro Fadrique de Basilea, para recorrer la historia de éste, desde la piedra, la tablilla de arcilla … al libro electrónico. Una tras otra, caminamos las plantas del Museo, un edificio moderno y elegante que muestra con cuidado facsímiles y originales de todas las épocas. Los libros de horas, los cantorales, un curioso libro de madera, los mapas… todo fue debidamente apreciado. Como colofón, en una imprenta (réplica exacta de la de Gutenberg) imprimimos la primera hoja de La Celestina de Fernando de Rojas, no en vano se asegura que el afamado impresor Fadrique de Basilea (conocido también como el Alemán) hizo lo propio allá por 1499, con el primer ejemplar de la obra de ese pesquisidor que es tan conocido nuestro. De regalo, una lámina facsímil de Siloé, arte y bibliofilia, editorial promotora del Museo para cada uno de nosotros. Unas profesionales y simpáticas Laura y Belén nos guiaron, nos explicaron y cuidaron de que todo estuviese perfecto (personas y cosas). Gracias a ellas y al director del Museo, Rodrigo Burgos.

Aquí trabajó Fadrique de Basilea

Antes de comer, dio tiempo a pasear la ciudad, a visitar alguna iglesia (la de San Nicolás, preciosa, por cierto) a caminar por la Plaza Mayor y por las riberas del río, cuidadas, bordadas de puentes, de toda clase de árboles y de libros… pues se celebraba su Feria.

Poco antes de las 14.30 h, paramos en el Restaurante para solazar el cuerpo: paella, churrasco, postre y café. El día se agitaba, se estremecía. Falsa alarma. ¡Sale el sol!

Con el autocar a cuestas, regresamos a las orillas del Arlanzón, plata y verde. Quedaban unos minutos para la visita guiada a la Catedral, que lucía blanca como tarta nupcial; así que algunos compraron el habitual souvenir (dedales, morcilla…), otros tomaron un refresco con vistas a la Portada del Sarmental y hubo quien curioseó entre casetas, libros y autores. Y… a las 17.50 h entramos en el libro de piedra y madera.

Hermosa

En el claustro

Dijo Felipe II que parece cosa de ángeles en vez de hombres. Fueron tantas las maravillas, los relieves, una escalera dorada que copiaron en Versalles (nótese el en y no el de); la Capilla de los Condestables con una maravillosa María Magdalena que, a ratos, los expertos atribuyen a Leonardo y una tabla hispanoflamenca de virgen envuelta en paño rojo y pesado… La tumba del Cid y un Papamoscas que no hacía otra cosa que eso. La mirada se perdía en capiteles, en vidrieras que atraparon todos los colores, en claustros, en aristas, texturas, volúmenes. El oído, en los truenos que anuncian que la tormenta lejana se acerca…

Junto al río, el autobús. Cargamos nuestros preciados recuerdos (los materiales y los que no son perceptibles) y regresamos. El viaje fue cantado, conversado y compartido. Un sábado que se nos fue en un ir y venir de sonrisas y miradas. Tras los pasos del libro, en Burgos.

2 comentarios

  1. jesus dice:

    Me alegro mucho de que lo pasaseis tan bien y siento no haber podido ir (La última vez que fui a Burgos, la catedral era de color negro).
    Lamento que tuvierais que ir a visitar la catedral con el autocar a cuestas (y más después de haberos trajinado una paella y un churrasco). Esta claro…”lo que no nos mata, nos hace más fuertes”.
    Un abrazo

  2. María Antonia dice:

    Lo del autocar fue durísimo. ¡Cómo pesaba el “condenao”! Espero que para la próxima te vengas, no sólo porque siempre vienen bien un par de brazos más, sino por tu compañía y gracejo.
    Un beso