Cuando Rojas llegó al Colegio, ya hacía rato que había amanecido, aunque en ese momento esto era mucho decir, pues el cielo estaba tan negro y encapotado que el día apenas se distinguía de la noche. De hecho sólo la nieve recién caída en esos días contrastaba un poco con la oscuridad reinante… (El manuscrito de nieve (Alfaguara) de Luis García Jambrina, p. 186). Había anochecido ya en Peñaranda cuando [...]