El museo del silencio

Posted on Jueves, enero 27th, 2011 at 9:13

Hace tiempo conocimos a un escritor que leía novelas de amor… Publicó su primer libro un mes, extrañamente cálido, de febrero. Se llamaba Teodoro y merodeaba cabizbajo, por calles, plazas y estanques. Una tarde de niebla, frente a frente, sentados en una cafetería de Peñaranda, le hablamos: ¿Por qué estás tan triste? Deberías estar alegre, feliz. ¡Has publicado tu primer libro! Y él, mirando en la pared un punto invisible, suspiró:  Si supierais. ¡Sufro por los que se han quedado en el cajón!

Era un tipo pesimista.

Esta mañana, Daniel Monedero y Óscar T. Pérez nos han escrito y nos han hablado de su proyecto de Museos Insólitos. En principio, los museos acompañarían a los artistas en el libro Artistas insólitos; pero por cuestiones de formato y de edición, al final, los museos quedaron descartados.  Lo cierto es que son unos museos muy especiales: El museo de una sola obra, El museo de las obras inacabadas, El museo de las ideas…Y El museo del silencio, que nadie sabe dónde está y es muy raro que hayais oído hablar de él…

El museo del silencio

¿Encontrarás tú el tuyo?

El museo se encuentra en un lugar donde reina un silencio total y absoluto. Pero nadie sabe en qué país está situado. Nadie sabe en qué continente se encuentra. Nadie sabe si está en la tierra o bajo ella. Nadie sabe si se trata de un museo en las nubes o de un museo bajo el mar. Quizá no hayas oído hablar de él, pero eso no es algo tan raro teniendo en cuenta que estamos hablando de “El museo del silencio”.

El museo tiene cinco plantas que corresponden a los cinco grandes grupos de silencios: Silencios para escuchar, silencios para mirar, silencios para tocar, silencios para oler y silencios para saborear. Después, cada una de las plantas está dividida en diferentes salas que corresponden a silencios más específicos: El silencio musical, el silencio místico, el silencio incómodo, el silencio denso, el silencio suave, el silencio amoroso, y más silencios que los investigadores del museo descubren cada año.

En cada una de las salas se encuentra un hombre que vigila sigilosamente las obras calladas. Estos hombres son conocidos como mimos vigilantes. Sus bocas están cerradas, pero sus ojos hablan a gritos; están llenos de pinceladas. Sus pupilas son sus palabras.

En el museo trabaja un equipo de investigación de silencios. Estos investigadores de la historia del arte mudo y secreto, pasan la mitad del año trabajando en el museo y la otra mitad viajando por el mundo, recorriendo ciudades, océanos y selvas, en busca de nuevos silencios. Viajeros concentrados y laboriosos que comprueban cada día cómo cambian los silencios de unos lugares a otros. Entre todos, y con ayuda de un escritor llamado Daniel T. Pérez, están escribiendo una historia del arte del silencio. Y aunque llevan años trabajando en esta obra monumental, parece que todavía no ven el momento de terminarlo. Según dicen algunos, no llevan ni un tercio del libro escrito. ¿Y por qué? Pues porque no es fácil encontrar las palabras para hablar sobre su ausencia.

Los visitantes son también partícipes en los fondos de este museo, y pueden incluir algunos de sus silencios a la colección, si se considera que no tienen ningun silencio que se le parezca.

Si los responsables del museo permitiesen que la gente, los visitantes y los críticos hablasen de él, algunos podrían decir: “Nadie debería perderse la insólita y única colección del mundo de arte callado”. Pero nadie lo dice, porque de ese museo no se habla. Este museo sólo se observa en silencio total, pero se le queda a uno dentro del cuerpo, para toda la vida.

Nadie sabe con exactitud cómo llegar él, en qué continente o en qué país se encuentra. Cada uno encuentra su modo de llegar a él. ¿Encontrarás tú el tuyo?

Texto de Daniel Monedero, ilustración de Óscar T. Pérez

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Comentarios (15)

  1. Nuria La Sobas De Peñaranda dice:

    Yo cuento mi experiencia……….
    Yo fuui al Museo del Prado y sin kerer (mentira) toqué obras de gran valor, daba la paliza, y NO NO ME CALLABA.
    Por eso digo para qué está el museo si no se puede hablar ni nada

    • alicia,del seve dice:

      Cómo se nota que eres Nuria.
      Tomás ya nos ha contado varias cosas de ti..jajajajaja….
      si si quieres lo cuento:

      - ¿quieres?

  2. Emi y Mª Ángeles dice:

    Muchas gracias a los dos por compartir vuestro arte con nosotros, si ya estamos disfrutando con Artistas insólitos, Museos insólitos es un regalo sorprendente.

    Aunque parezca mentira, en nuestra Biblioteca es difícil encontrar el silencio, hoy buscándolo nos hemos encontrado con “Cuentos silenciosos” de Benjamin Lacombe, nos ha dejado sin palabras, a lo mejor podría formar parte del museo.

    Seguiremos buscando y cuando lo encontremos, os avisamos.
    Un beso

  3. Araceli dice:

    Desde luego es un museo insólito. Su descripción es perfecta porque toca todos los puntos posibles de un concepto como el silencio, de una realidad (aún, aunque escasa), de una sensación (que inunda el cuerpo entero de paz), del disfrute (uf, por fin!!)…
    Para aquellas personas involucradas en el museo les diría:
    - investigadores: daros prisa en encontrar silencios porque posiblemente se acaben;
    - escritores de la historia del silencio: quizá no diciendo es la mejor manera de contar la historia del silencio;
    - vigilantes: aprovechad ese trabajo para disfrutar de la paz y después seleccionad vuestros sones;
    - espectadores: con vuestras acciones, dentro del “Museo del silencio”, podréis facilitar otros silencios: el silencio pensativo, el silencio expresivo, el silencio sorpresa…

    Es normal que no se conozca el Museo del Silencio porque si se difundiese demasiado, podría perder su esencia.

  4. Mª Ángeles dice:

    Estas navidades, el regalo más bonito que he recibido ha sido el cuento La gran fábrica de las palabras, de Agnés de Lestrade y Valeria Docampo. El cuento trata sobre un país donde la gente casi no habla. Hay que comprar y tragar las palabras para poder pronunciarlas. Hablar es caro. Diego necesita palabras para decirle a Aura todo lo que siente, pero eso cuesta una fortuna. A Diego sólo le queda una palabra. La encontró hace mucho tiempo en un contenedor de basura, le tiene mucho cariño y la ha guardado para un gran día. Y ese gran día ha llegado.

    A mí no me cuesta dinero pronunciar la palabra de Diego, pero voy a guardar silencio, por si algún día os encontráis con este cuento y lo queréis leer.

    Un abrazo

  5. Daniel dice:

    Nuria,

    pues si en el museo no se puede hablar ni nada, como dices, se puede hacer otra cosa, que también puede ser divertida e interesante: escuchar. El silencio es algo muy importante para leer, para mirar cuadros o esculturas, y para escucharnos a nosotros mismos.

    A veces cuesta, pero hay que intentarlo.

    No sé si sabes, si te gusta tocar las obras de arte y mezclarte con ellas, que también existen las llamadas “obras interactivas”, y a las que puedes tocar, y con las que como su nombre indica, puedes interactuar. ¿Ves? Al final cada cual encuentra obras artísticas adaptadas a su manera de ser, de pensar, y de sentir.

    Eso sí, te invito a disfrutar también del museo del silencio.

    Un saludo de Daniel.

  6. Daniel dice:

    Emi y Mª Ángeles,

    nos apuntamos todas vuestras estupendas recomendaciones. “Cuentos silenciosos” y “La gran fábrica de las palabras”, que yo al menos no conocía, pintan de maravilla y en cuanto tenga oportunidad intentaré leerlos.

    Me parece a mí que con lo genialmente informadas que estáis, vamos a salir de este proyecto con una pila de maravillosos títulos que leer.

    Espero que al final encontréis ese silencio, es tan necesario… Aunque cada vez es más y más dificil. Ya me imagino…

    Muchas gracias y un abrazo.

    Daniel Monedero.

  7. Daniel dice:

    Araceli,

    soy Daniel.

    Me gustan mucho tus apreciaciones respecto al museo del silencio. Cómo se nota que eres buena conocedora de museos, y del trabajo que se hace en ellos.

    Tu comentario me ha hecho pensar que en en este museo, en lugar de guías al uso, los que trabajan son bailarines, que explican con gestos, con movimientos rítimicos pero silenciosos, la obra indecible de este museo, su colección callada. Bailarines de diferentes estilos y tradiciones según estén contando con su movimiento un tipo de silencio.

    Y también me he preguntado…

    ¿Y si cada uno llevase dentro de de sí un museo del silencio?

    Y así podemos seguir imaginando más aspectos de este museo…

    Un abrazo de Daniel.

  8. Araceli dice:

    Muchas gracias Daniel!!!
    No es tan extraño esto que cuentas: vigilantes que bailan…
    Yo una vez fui a un museo* con forma de porción de queso y los vigilantes de sala, al entrar en ese piso, se pusieron a bailar y a decir estas palabras: “This is contemporary, contemporary, this is contemporary, contemporary” y en Madrid, en la Casa Encendida, en una exposición titulada “On&On” sobre arte efímero, una persona de seguridad cantaba como una soprano: “This is propaganda”.
    Resulta que eran obras de Tino Sehgal !!, un artista de lo más insólito (pero real), que necesita del museo para existir, necesita las paredes blancas, el comportamiento sorpresa del público; pero que quiere a su vez “silencio”: no quiere que quede ningún rastro documental de su trabajo, ningún texto, ningún contrato o guión que convierta su obra en objeto.
    Fijaros qué problema tiene un museo a la hora de comprar una obra de Tino Sehgal: que no vende nada tangible, no firma contratos…

    *http://www.mmk-frankfurt.de/en/news/

  9. El Pintor del humo dice:

    ¿Cómo están ustedes por aquí? No, no me he deshecho en una voluta de humo aunque a alguna que a otra pintora de no sé qué ojo le hubiese encantado. Pues lamento incomodarla, querida mía. Aquí sigo, pintando con el humo de mi chimenea (a veces, Óscar, lo hago).

    El silencio es un bien precioso. Pero luego, hay que hablar y escuchar para compartir, también, el silencio silencioso que se agazapa en el silencio más hermoso. ¿No les parece?

    Un saludo de anillo de gris humo

  10. Mª Ángeles y Emi dice:

    Hola a todos, os hacemos una propuesta para visitar museos en silencio “o no”.

    Quizás algún día el Museo del Silencio lo podamos visitar desde aquí.

    http://www.googleartproject.com/ es el nuevo proyecto de google para hacer visitas virtuales a Museos de todo el mundo.

    Un beso

    • Aurelia dice:

      ¡Hola!, ¡hola! ¿Qué tal estáis?

      Siento haberme incorporado tarde a vuestras jugosas charlas.

      ¡Interesantes recomendaciones!

      Yo me sumo a las propuesta con una que, aunque no es muy original, merece la pena, sobre todo si os gusta la pintura impresionista:
      Museo Thyssen: http://www.museothyssen.org Para que os paseéis por las salas de Thyssen, desde vuestra casita, sentados en el sofá y calentitos.

      ¡Ah! y para los que vivís en Madrid, no dejéis de ver los jardines impresionista.

      Abrazos y besos para todos

  11. Daniel dice:

    Hola.

    Araceli, fíjate que yo también estuve en esa exposición de La Casa Encendida, da la casualidad que además vivo bastante cerca, y escuché esa obra que comentas, imposible de atrapar en un catálogo al uso. Y otra, que me dejó maravillado, pájaros que componían una obra musica y visual, picoteando las cuerdas de guitarras eléctricas apoyadas en soportes y con comida para pájaros, para que ellos se acercaran, tanto a estas guitarras como a los platillos. Toda una exposición fugaz e insólita la de “On & On”, y que descubrí por un artículo de la también insólita Estrella de Diego.

    Saludos, querido pintor del humo, encantados de compartir el silencio humístico con usted, y esperamos volver a compartirlo una y otra vez.

    Saludos y abrazos para todo y… poco más sé qué decir sobre el museo del silencio, quizá que….

    Y eso.

    Daniel.

  12. Daniel dice:

    Ah.

    !Buenas recomendaciones Mª Ángeles, Emi, y Aurelia!

  13. Pablo dice:

    Yo si sé como llegar, y sé que llegaré y algún día podré disfrutar mucho de él.

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